miércoles, 3 de marzo de 2010

Amor habla sobre Saer, uno de los tantos escritores de los que tengo noticia por él, y que acabaré leyendo, después de madame Bovary, y de los modianos, y de bla, y de bla. Y seguramente algún sábado, después de la bendita siesta viendo la película de después de comer, diré que no es para tanto, y dando doscientas vueltas, que no me gusta, o quizá sí, sea uno de mis nuevos numberones. No sé, desde que leí El sueño de los héroes, siempre me han dado envidia, eso sí, muy sana, los grupos de amigos, casi siempre de hombres, en los que cada cual tiene una personalidad, y un nombre, completamente definidos, que duran toda la vida, a pesar de las circunstancias, y en los que se habla, y se vive la vida en su totalidad, digamos, en su existencialidad. Son tan perfectos, que parecen una novela argentina, o una realidad sevillana.
Puede que sea demasiado perezosa para la creación-recreación de estos grupos, o que simplemente he tenido mala suerte.